sábado, 1 de diciembre de 2012

VIH/SIDA: historia, datos y símbolo


Alejandro Rodríguez Benítez



Desde 1988, el 1 de diciembre se celebra el Día Mundial de la Lucha contra el SIDA. Esta fecha nos recuerda, cada año, la importancia de la prevención, la concienciación, el apoyo a los afectados y la movilización de recursos económicos para la investigación y el tratamiento de la enfermedad. Según datos de la OMS, en 2011 hubo 2,5 millones de nuevos casos de infección por el VIH a nivel mundial, y se calcula que 1,7 millones de personas murieron por esta causa. 

El síndrome de la inmunodeficiencia adquirida (SIDA) está producido por el virus de la inmunodeficiencia humana VIH-1 y VIH-2. El SIDA es consecuencia y la etapa avanzada de la infección por VIH, por lo que no son sinónimos. No todas las personas portadoras del VIH tienen SIDA, pero todas las personas con SIDA tienen el VIH. Es una patología que conocemos desde hace poco (años 80) pero que ha tenido un gran impacto sanitario, mediático y social desde su aparición. 


Historia de la enfermedad


Tanto el VIH-1 como el VIH-2 son infecciones zoonóticas, es decir, se pueden transmitir de animales a humanos. El chimpancé central (Pan troglodytes troglodytes) se considera el reservorio natural para el VIH-1 y es muy probable que sea la fuente original de la infección en humanos. El VIH-2 tiene una relación filogenética muy estrecha con el virus de la inmunodeficiencia del simio, presente en el mangabey fuliginoso, una especie de primate que habita en la costa occidental africana. 

La pandemia actual tuvo su origen en África pero pasó desapercibida hasta que llegó a los países ricos. Las muestras humanas más antiguas con VIH provienen de marinos que posiblemente contrajeron la enfermedad a principios o mediados del siglo XX, a través de contactos sexuales con prostitutas en las costas africanas. 

En 1981, se comunicaron cinco casos de neumonía inexplicada por Pneumocystis jiroveci en varones homosexuales previamente sanos en Los Ángeles y casos de sarcoma de Kaposi en 26 pacientes varones homosexuales, con o sin neumonía por P. jiroveci, en Nueva York y Los Ángeles. Ambas enfermedades era conocidas, sin embargo, la coexistencia de ellas en varios individuos homosexuales llamó la atención de la comunidad médica. Se descubrió, además, que los individuos afectados padecían otras enfermedades de carácter oportunistas (que habitualmente no afecta a las personas con un sistema inmune sano) y presentaban un bajo nivel en sangre de una célula inmune, el linfocito T CD4+.

En unos meses, la enfermedad empezó a describirse en usuarios de drogas por vía parenteral (jeringuillas) y en receptores de transfusiones sanguíneas. Sin embargo, hasta 1984 no se demostró claramente que el causante del SIDA era el VIH. 

Las primeras víctimas de la enfermedad eran rechazadas por amigos y familiares, aisladas por la sociedad. Los niños infectados eran expulsados de las escuelas por el miedo al contagio. Ese fue al caso de Ryan Wayne White, que padecía hemofilia y fue contagiado por una transfusión contaminada con el virus, siendo expulsado de su colegio. El colectivo homosexual fue culpado de la aparición y diseminación de la enfermedad, incluso se llegó a afirmar que era un castigo de Dios por sus conductas. 

La enfermedad se extendió, rápidamente, por todo el planeta y hoy, aproximadamente 34 millones de personas en todo el mundo viven infectados con el virus. De ellos, 3,3 millones son niños menores de 15 años (datos de la OMS, 2011). 


Actualmente la enfermedad no tiene cura. Sin tratamiento, una persona infectada por el VIH no suele tener una esperanza de vida superior a los 7-10 años. Sin embargo, un diagnóstico temprano, con un tratamiento correcto y realizado de forma adecuada hacen posible que los pacientes con esta patología tengan una esperanza de vida cercana a la de la población general, con buena calidad de vida. 


¿Por qué el VIH daña el sistema inmune? 


Tras el contagio, el VIH se une a las células que presenten en su membrana el receptor CD4, siendo, principalmente la célula del sistema inmune conocida como linfocitos T CD4+, aunque también lo tienen otras células de la inmunidad. El virus entra en la célula y usa la maquinaria genética de la misma para fabricar múltiples copias virales. Los nuevos virus abandonan la célula, ésta muere, y las copias buscan nuevos objetivos para repetir el ciclo, produciéndose una disminución progresiva del número de linfocitos T CD4+. El consiguiente deterioro del sistema inmune del individuo lo hace susceptible de sufrir enfermedades infecciosas, afectación neurológica y neoplásicas (cáncer) que terminarán produciendo su muerte. 

Coloreados en verde, VIH-1 en un cultivo de linfocitos.


Transmisión del VIH 


El VIH se transmite a través de relaciones heterosexuales y homosexuales, incluyendo el sexo vaginal, anal u oral; por el contacto con sangre y hemoderivados; y por el contagio de la madre infectada a su hijo durante el parto, periodo perinatal o a través de la lactancia. El virus se ha podido aislar en otros fluidos corporales, sin embargo, no hay pruebas de que se pueda producir el contagio a través de lágrimas, sudor, orina o saliva. No existe ningún caso documentado de la transmisión del VIH a través de besos en la boca. Teóricamente sería posible si ambas personas tuvieran heridas sangrantes en la cavidad bucal pero se considera muy improbable debido a la existencia de factores inhibidores del virus en la saliva. 

Las relaciones heterosexuales sin protección son la primera causa de contagio del VIH a nivel mundial y también en España. La transmisión por uso compartido de jeringuillas, importante en los primeros años, ha disminuido debido a la reducción de esta práctica y a la implantación de programas de control. El riesgo de contagio a través de transfusiones de sangre y hemoderivados es, hoy en día, extraordinariamente pequeño en países desarrollados gracias a las medidas adoptadas para evitarlo. En cuanto a la lactancia materna, en los países desarrollados, las madres portadoras del virus no deben amamantar a sus hijos por la posibilidad de contagio. Sin embargo, en los países en vías de desarrollo hay desacuerdo ya que la leche materna es la única fuente de nutrición suficiente para los lactantes. 

El VIH no se transmite con un abrazo, ni por mosquitos, ni por la participación en deportes, ni por tocar cosas que han sido tocadas con anterioridad por una persona infectada con el virus. 


Prevención de la transmisión del VIH en las relaciones sexuales. 


Preservativo de látex sabor fresa.

Para prevenir el contagio sexual es de suma importancia el uso del preservativo. Debe emplearse en el sexo vaginal, anal y también oral. No es un método eficaz en el 100% de los casos para prevenir la transmisión ni para evitar embarazos no deseados. Sin embargo, la mayor parte de los fracasos de este método de barrera se debe a roturas o a una utilización inadecuada, como no usarlo durante todo el acto sexual. Se recomiendan los preservativos de látex ya que se ha demostrado que los fabricados con pieles naturales dejan pasar el virus. No es aconsejable utilizar el mismo preservativo para el sexo oral y, después, en la penetración, ya que los dientes podrían dañarlo; es preferible usar uno nuevo. Además, los geles lubricantes a base de vaselina aumentan las probabilidades de que el preservativo se rompa y, por consiguiente, las probabilidades de transmisión.


El lazo rojo, símbolo de la lucha contra el SIDA. 


En 1991, el grupo de artistas neoyorquinos "Visual AIDS Artists Caucus" buscó un símbolo que mostrara apoyo y solidaridad con las personas diagnosticadas de SIDA, portadoras del VIH y con sus familias y allegados. Fueron inspiración los lazos amarillos en apoyo a los soldados estadounidenses que participaron en la Guerra del Golfo, eligiéndose, en esta ocasión, el color rojo por su asociación con la sangre y también con el amor y la pasión. El símbolo se popularizó enormemente cuando, en 1991, el actor británico Jeremy Irons lo lució en los Premios Tony. 

Actualmente, lo podemos ver en su forma tradicional (cinta doblada y sujeta con un alfiler o imperdible), en chapas, llaveros, pegatinas… Famosos y personalidades de todo el mundo lo llevan en sus solapas. Se incluye en la publicidad de las campañas de concienciación, en el material de ONGs, incluso en imágenes de perfil en Facebook, Twitter y otras redes sociales. 

Se trata, pues, de símbolo sencillo, muy fácil de crear por cualquier persona con un trocito de cinta roja,  identificable por una inmensa mayoría de la población, y que nos permite mostrar nuestra solidaridad y concienciación con un problema extendido por toda la Tierra y que afecta a la humanidad en su conjunto. 


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